viernes, 14 de diciembre de 2012

Historias

Hila tu hilo, hilandera,
que debo tejer mil historias.

jueves, 6 de diciembre de 2012

El primer Haiku

Si ves al cielo
llorando sin consuelo,
es de amor por tí.

El segundo Haiku

Si ves estrellas
cayendo por la noche,
son mis lágrimas.

viernes, 31 de agosto de 2012

No es.

La añoranza de lo que nunca ha sido,
el recuerdo de lo que no pasó,
la pérdida de lo jamás tenido.

miércoles, 27 de junio de 2012

Noche sin Luna

En las noches sin luna
temo mirar a las estrellas

pues por el vacío entre ellas
se va mi alma a la negrura.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Milagros

Extraño misterio
esconden las cosas bellas.

Permanece libre
aunque espíritus ingenuos
se adueñen de ellas.

Se vuelve más esquivo
mientras más nos embelesa.

Aunque el olvido
las desvanezca,

aunque el olvido
nos desvanezca.

¿Acaso suena lo que viajaba
en las notas
cuando la música se acaba?

¿Brilla algo
en nuestros ojos
cuando los parpados se cierran?

No importa qué tan lejos se vaya,
siempre algo queda.

lunes, 7 de mayo de 2012

El Hambre.

Miles de almas vencidas
se van a dormir
y nunca más despiertan.

El viento besa sus frentes
y borra las huellas
que ellas
pudieran haber dejado.

Las canciones de ayer
fallaron en conjurar
a los soñadores
con sus notas inquietas.

El día en que vivían
se quedó en silencio,
solo, aletargado.

Y ya nadie más despierta
cuando la lluvia
inunda la tierra.

sábado, 21 de abril de 2012

Sin significado

¡Que grande es el desierto
que cruzan mis versos!

No alcanza a llenarlo
el más puro de los soles
ni el más ávido de los vientos
alcanza a recorrerlo.

Su verano es tan oro
cómo azul es el invierno.

Muy lejos pueden verse
en eterna danza espejismos
que enamoran al viajero
que no teme perderse.

Sus arenas arden tanto
que no las toca el cielo.

jueves, 8 de marzo de 2012

El Juego.

Extraños juegos aquellos que
los hombres hacen de su vida.

De silencio son sus verdades,
de palabras son sus mentiras.

Algunos temen a la noche.
Algunos llenan de terror al día.

lunes, 27 de febrero de 2012

El concilio de la Desesperanza.

La conjura de mis sueños
se reúne por vieja promesa
a recordarse unos a otros
de la verdad y la belleza.

¡Brillan a la noche
como estrellas!

¡Cantan al día
como ruiseñores!

Me miran en silencio
y esperan que me les una.

¡No saben que estoy triste,
cansado, sin esperanza alguna!

¡No saben que por protegerlos
de la crueldad y la mentira
se me ha ido ya la vida!

No saben que he caído tan bajo
que me duele el corazón
cuando miro tan arriba sus alturas.

lunes, 20 de febrero de 2012

Ligero.

Allí arriba en el aire,
suspendido en el cielo,

¿Cómo es que vuelas?

¿Es por el cálido empuje del viento,
o por lo liviano de tu pecho?

martes, 14 de febrero de 2012

Última canción de la noche.

Al silencio le canto,
pues me hace compañía
en cada risa y cada llanto,

y canto con alegría
lo que de otros es espanto,

que sale lo mismo la agonía
de herejes que la de santos,
y los hechos que la fantasía.

sábado, 11 de febrero de 2012

Unos versos más como tantos otros.

Siempre salen sin miedo

las estrellas solitarias
al negro vacío celeste,

los acordes de la guitarra
a las melodías más tristes,

el cielo vestido de azul
a recoger todos sus pájaros,

la luz dorada del amanecer
a los días más aciagos,

la risa como norma
a este mundo absurdo,

y el amor más puro
del corazón más yermo.

domingo, 5 de febrero de 2012

Un amor.

Bajo la fronda de un árbol,
entre sombras que se caen de las ramas,
un amor se muere,
despacio.

La tarde llega a su fin,
y arde su rojo final
en el estertor prisionero
del ocaso.

Bajo la fronda del árbol,
errante en el tiempo,
ingenuo y siempre joven,
un amor se muere,
despacio.

Las estrellas comienzan
a caer del cielo
como lágrimas,
despacio.

Aquel amor no quiere morir.
Aquel amor se quiere eterno.
¿Sobrevivirá la noche?
¿O el amanecer lo encontrará
muerto?

Un corazón se apaga,
despacio,
y otro canta,
despacio.

Bajo la fronda de un árbol,
un amor que siempre muere,
se abraza a los cielos
y vivo o muerto,
quiere,
despacio.

domingo, 22 de enero de 2012

Maravillas

Tienes muchos nombres
y no puedo decir ni uno:
ni sol ni estrella,
ni sueño diurno,

ni canción del cielo,
ni alondra ni liebre,
ni música que se embriaga
cuando bailas tu baile,

ni sombra en verano,
ni nieve en invierno,
ni rima fugitiva
que escapa a los versos,

ni latido en mi pecho
abanderado de tus ojos,
ni el azul de los cuadros,
ni el oro de los locos,

ni los miles de diamantes
que brillan en el lago
cuando viste la diadema
de los días santiagos,

ni esmeralda de la tierra,
ni alma de la desmesura,
ni el trino de las aves
que cantan su locura.

¡Tantos nombres
para decirte,
que ya no sé
como llamarte!

sábado, 21 de enero de 2012

Libertad

Otro prisionero más
en esta carcel
de desconcierto
y pavimento.

Que mira
por la ventana
al indómito
firmamento.

Y se pregunta
por las aves
y el abrazo
del viento.

¿Por qué no le alcanza
el consuelo
de inventar leyes
y ordenamientos?

¿Por qué sus vecinos
en otras celdas
están contentos?

Los alcaides dicen
que los muros
los hacen libres
en un mundo imperfecto.

¿Es eso la libertad?

¿O la libertad
solo es una bandera
para darles a los desesperados,
el nombre de una quimera
para que los poetas
nombren  en sus versos?

El prisionero se pregunta
si la libertad no estará
en algún lugar
adonde los profetas no llegan,
ni los gobernantes de hombres
aventuran sus mentiras,
ni los dueños del hambre
nutren sus alcancías.

Me gustaría
decirle al prisionero
que no hay lugar en
nuestras celdas
para tales pensamientos.

¿Pero quien soy
yo para decirle nada?

Solo soy
otro viejo prisionero
abandonado
en esta carcel
de desconcierto
y pavimento.

lunes, 9 de enero de 2012

Paredes de arena.

Era un día de verano
y de mar muy calma
en el que mis pasos
se perdían por la playa.

El cielo brillaba con tesón
como si no hubiera más nada
de horizonte a horizonte
que su azul y sus nubes blancas.

El mar cantaba en voz baja
en el idioma de las olas lentas
sus gestas y sus corrientes
y las del viento y la tormenta.

Me dejé caer sobre
el sostén de la arena.
¡Sus dunas hicieron como olas,
olas de mar serena!

La arena tomó mis manos
y a mi corazón un capricho.
Mis palmas ardían de piedra,
mi pecho de sueños sencillos.

Levanté un castillo de arena,
de paredes de oro liso,
de almenas orgullosas,
de sombríos pasadizos.

¿Qué más noble refugio
tuvo jamás un señor,
hijo como en mito
de una tarde de sol?

Mas se hizo hora de irme.
No era mi sino ver a las mareas
devorar a la playa entera
y derrumbar mi fortaleza.

Por que...

¿Qué le espera a la arena
cuando se yergue contra
el embate de las olas?

¿Que sabe el mar
sobre paredes y sombras
y rampas y almenas?

¿Que lugar guarda
la naturaleza
para obra tan ingenua?

No creo que el tiempo
haya perdonado
a mi frágil fortaleza.

Pero tal vez algún día
alguien camine por la playa
un distraído paseo.

Y encuentre paredes de arena.